Por: Solange Inmaculada/Acento - 19/09/2015
Con mucha frecuencia recibo personas, hombres y mujeres en situaciones de conflicto, este es el propósito de un consultorio de psicología, acompañar a las personas a vivir situaciones dolorosas que les provocan sufrimiento. Pueden ser conflictos de pareja, familiares o de trabajo y las respuestas frente a estas situaciones son tan diversas como las personas mismas ya que sus historias individuales van a determinar la maleta emocional que llevan a cuestas. Esta maleta guarda los dolores y vivencias traumáticas y además los recursos de resiliencia que les permitirán caer y levantarse, para seguir adelante.
No siempre las personas saben qué hacer frente a una situación donde se espera que tomen una decisión, la circunstancia les desborda y se desesperan, pues no tienen claro lo que realmente quieren en ese momento o no depende únicamente de ellos la solución al problema. Van al consultorio en busca de una orientación que regularmente esperan sea más concreta en cuanto a lo que tienen que hacer, y la pregunta textual es: “dígame licenciada qué hago”. Por supuesto que esta respuesta no puede ser dada de la manera en que se espera y cuando se lo explico a mis pacientes suelen entenderlo ya que mis soluciones no son validas sino la de ellos y ellas. A partir de ahí ampliamos el foco, identificamos sus recursos, nombramos sus limitaciones y van surgiendo desde ellas/os las alternativas.
Recibí a una mujer de 48 años manejando una situación de pareja. Hay confusión, situaciones que no dependen sólo de ella, dos hijos de la relación y una historia de amor en juego. No está segura de lo que él y ella quieren hacer y la demanda no se hace esperar, “vine para que me digas lo que tengo hacer”, “mientras tanto, enfocarte en ti”, fue la respuesta. Dicho en lenguaje concreto: tomar el control de su reactivad, reencontrarse con su esencia que en el camino se había perdido, definir lo que quiere y lo que no quiere en su vida a su edad, ocuparse de su salud, su vida laboral, no buscar más información en las redes sociales ni contar a mucha gente lo que está viviendo.
A veces se pasa por estas situaciones mirando a la otra persona, buscando culpables, señalando defectos de los demás, sin percatarse que desde ahí es imposible solucionar las cosas y seguir siendo felices. Mirarse, cuestionarse y conectarse con lo que se siente, siempre con respeto y consideración a la otra persona, es la vía para retomar la relación con nuevas reglas o despedirse con dignidad, para continuar en la búsqueda de la propia felicidad.
Dios, el universo o la energía, de acuerdo a las creencias personales, siempre guarda respuestas y bendiciones a favor de las personas, mas sólo es posible disfrutarlas desde el propio crecimiento, aunque siempre se trate de los vínculos con las demás personas.
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