¿Es tan difícil mantener el orden, la limpieza y la seguridad en un cementerio? Cualquiera pensaría que no. Que por su naturaleza el silencio y la contención deberían ser la norma. Lo normal. 

Por eso las denuncias cíclicas y amargas de los ciudadanos llegan a los medios teñidas además de una indignación que se justifica.

Los robos, las profanaciones, los escándalos, la suciedad... eso muestra la incompetencia de las autoridades municipales.

Pero hay otro matiz. Domingo Contreras será el candidato del PLD a la Alcaldía si Leonel no impone a Salcedo de nuevo. En una entrevista Contreras señala un detalle importante: la deplorable, injustificable arrabalización de los cementerios ha creado la privatización de la muerte. Los cementerios privados son ahora un negocio en alza. La muerte, que se decía nos igualaba a todos, acentúa ahora la segregación social. Y dice Contreras: "ya hay familias de clase media invirtiendo dinero que necesitan ahora en sus tumbas de mañana. A este paso a los cementerios públicos sólo irán los pobres de solemnidad".

¿Es tan difícil mantener bien un cementerio? ¿No es un escándalo que se sigan profanando tumbas para robar, que se asalte a los familiares y empleados?

Si los peatones no tienen aceras, los hospitales no consiguen silencio, los vecinos no pueden con los choferes y cualquiera monta un negocio en un puente... los cementerios no iban a ser un modelo de gestión. 

Estamos perdiendo la ciudad, que es perder derechos como ciudadanos.

IAizpun@diariolibre.com