El pasado 1º de abril de 2014 se firmó el Pacto por la Educación en cumplimiento de la Ley,  la Estrategia Nacional de Desarrollo, fruto de la constitucionalización en el 2010 de la aspiración del  bienestar colectivo, dentro del marco del “salón de las Cariátides” en el Palacio Nacional.

Los tres breves discursos, adecuados para la ocasión, enfatizaron lo participativo, lo arduo, lo titánico del proceso. No soy el que va a escamotearle méritos a este enésimo esfuerzo por mejorar la calidad de la educación desde aquel “Plan decenal de la Educación”.

Sin embargo, el Pacto Educativo necesita un proceso de educación del pacto que trascienda las palabras y se concrete en hechos. Me explico. El Presidente Medina señaló que varias de las disposiciones del pacto se han iniciado e hizo gala del compromiso del gobierno con el impulso que desde su ascenso al poder ha tenido el 4% del PIB dedicado a la educación.

En esta ocasión, recuerdo una explicación del séptimo presidente de la República Argentina, el autor de Facundo (lectura obligada en mis tiempos de estudiante de primaria, olvidado hoy, lamentablemente) que sentó las bases del sistema educativo argentino.

Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) participó en la guerra civil argentina entre centralistas y federalistas, siendo exiliado varias veces, cuando llegó al poder prometió construir más escuelas que cuarteles y… lo cumplió. Por su labor en pro de la educación pública, la Conferencia Interamericana de Educación estableció el 11 de septiembre Día Panamericano del Maestro, la fecha de nacimiento de Sarmiento, en homenaje a su figura como educador.  Muestra de su impulso, la población estudiantil pasó de 30,000 a 110,000 durante su gobierno en el siglo XIX. Su preocupación fue desde la educación básica hasta la fundación de universidades y de bibliotecas públicas.

La primera advertencia es no ser conformista con el 4% del PIB asegurado para la educación. Debemos lograr los niveles de gasto educativo como porcentaje del Producto Interno Bruto; por ejemplo, Finlandia (6.9%) o Argentina (6.0%) para no hablar de  Cuba (13.1%).

La segunda advertencia es darle importancia a lo importante:  la educación es una experiencia humana, por lo que el centro es el ser humano “responsable” de encender la creatividad y la transmisión de valores de nuestros estudiantes en todos los niveles.  Tengo entendido que el Pacto Educativo recién rubricado no alcanzó un acuerdo sobre la “dignificación” de los docentes, ni la cualificación de los programas de especialización de los mismos de acuerdo a evaluación internacional.

En tercer lugar, que estas falencias no nos hagan disminuir el impulso de construcción de aulas iniciado, ya que en palabras del Presidente Medina, se construirán tantas aulas  en este período de gobierno como el total construido durante toda la vida republicana dominicana anterior.

Una emulación de la labor de Domingo Faustino Sarmiento. El Pacto Educativo debe ser socializado y llevado a la conciencia de todos los ciudadanos…