Me escribe mi compañero de aulas, Julián Serulle:

“El pueblo necesita ser educado, orientado, inducido a conocer sus derechos y sus obligaciones para consigo y para con los demás y, por tanto, ser motivado a conocer y reconocer principios como los de la solidaridad, la lealtad y el respeto. El país, su sociedad, están huérfanos del discurso político de contenido, que alimente la fe del por qué amar la vida y sus caros valores.

Los llamados líderes políticos no le hablan a su pueblo, se limitan a gritar y a objetar, no aportan hacia el accionar constructivo, la política dejó de ser escuela, ya no se le ve como ciencia. El individualismo, como el ente conservador nos arropan. Se hace necesario hablar de (y practicar en todo momento) la concertación, la ética, -empresarial y pública- y enseñar al pueblo a conocer la seguridad social como instrumento de respuesta a las incertidumbres en sus variadas expresiones.

Debe ponerse al pueblo a vivir en el mundo que guarda relación con el medio ambiente -el ecosistema- y hacia donde debe enrumbarse toda política de carácter integracionista que guarde relación con la política de transporte, de salud y de educación; lo que significa, desde el punto de vista ético el cumplimentar con el pago de los impuestos y el deber del Estado de devolver cada peso que recibe del pueblo en estabilidad socio-económica, desarrollo integral y seguridad ciudadana; invitar al Estado a definir los costos sociales de la economía.

No tener miedo a reducir o minimizar subsidios de grupos; motivar al Estado a mirar y a defender en todo momento los intereses colectivos, que son su razón de ser.

Ya tú vas camino a los setenta; yo ya llegué. Sólo nos resta seguir siendo rebeldes, cada quien desde su particular estado de conciencia y desde sus ideas; seguir siendo rebeldes para darle al pueblo las razones de por qué debe seguir luchando. Debemos motivar que cada ser humano se constituya en un gran gladiador por sus derechos inalienables que en su espíritu y corazón conlleva ser solidario para con los demás”. Julián Serulle