Mañana, según se ha informado a la prensa, la facción del expresidente Leonel Fernández se reunirá  en esta capital para oficializar el lanzamiento de su candidatura y decirles a quienes abogan por la reelección del presidente Danilo Medina, quién tiene en materia de reforma constitucional la sartén por el mango.

Los vientos llevan al que ha sido tres veces presidente de la República a un callejón sin salida y no al Palacio Nacional como él se cree. Su gente ya no constituye la mayoría dentro del partido oficialista y el PLD se vería condenado a una aplastante derrota electoral el año próximo, si él se interpone en el camino de los demás aspirantes a la nominación y se impone como candidato, bajo la amenaza de escindirlo y conducirlo a la bancarrota política. Resulta inexplicable, con su experiencia  acumulada en doce años de gobierno  y su trato con líderes mundiales, que no entienda o vea claro que su  ciclo terminó; que su irrefrenable ambición no le permita analizar con sobriedad, ebrio de poder, cuáles son sus posibilidades y el riesgo  de desafiar al país y a la mayoría de su propia agrupación, con una candidatura contaminada por la más alta tasa de rechazo.

Se ha dicho siempre que el exceso de poder a la postre daña a quien lo posee. Este ha sido el caso con las dos sentencias de descargo del 27 de marzo, una de las cuales favorece temporalmente a un protegido suyo, el senador Félix Bautista, quien lo desnudó en público al mostrar con los dedos la señal de triunfo del “leonelismo”, haciendo una “L” con dos dedos de sus manos en pleno tribunal. Se le olvidó ocultar las “plumas”, como llegara a aconsejar Hereaux, el famoso Lilis,  a un compadre suyo, gesto que el país considera como muestra de lo que le espera si la ambición desmedida del señor Fernández se impone a la razón en el oficialismo.

Tal vez mañana dependiendo de cómo alcance a rugir el león, se decida la suerte  de las elecciones e incluso la del propio PLD.