Por: De Buena Tinta/Diario Libre - 22/01/2015
La situación cada día luce más alucinante, casi surrealista, y hay que suponer un surrealismo en el trópico, con el calor y los mosquitos.
Por ejemplo.
Los policías deben perseguir a los narcos, pero ahora los narcos denuncian a los policías. Algo impensable en las películas, pero ocurre en la realidad que los indios tienen de carrerita a la caballería.
Custer delante como un desgaritado y Jerónimo implacable detrás.
¿Qué puede decirse del caso de Hato Mayor, en que una confesa traficante dijo contar con la anuencia de autoridades, a las que pagaba convenientemente?
Logró tanto crédito que trasladaron hasta el gato, se tiene a ese personal en observación y de seguro que encargados o subalternos pagarán los platos rotos.
Una situación alucinante, hay que repetir, pues no sólo la declarante se atrevió, sino que, viendo el lío que armó, tiene fe pública, o por lo menos se confía más en sus palabras que en la de policías y fiscales. A pesar de que anda suelta con medida de coerción.
Nadie pensó que lo de ella era el plato frío de la venganza.
No hay Comentarios Agregados...