Tania y Mario tenían una vida sexual intensa antes de tomar la decisión de vivir juntos. Llevaban un año de relación y se veían tres o cuatro veces a la semana, momentos en los cuales no perdían tiempo en ir al cine o estar de "manita sudada" en el parque.  El tiempo valía oro, ella tenía como hora de llegada a casa a las 11 de la noche, él vivía al otro extremo de la ciudad.

Invariablemente cada vez que se encontraban se comían a besos y sus encuentros terminaban en hoteles discretos, obviamente, fuera de los rumbos que ambos frecuentaban. Poco a poco el bolsillo de ambos resintió no tener un lugar estable para dar rienda suelta a la pasión. Además, los pleitos con la familia por no cumplir con los horarios establecidos eran cada vez más frecuentes.

Tania y Mario tomaron la decisión de vivir juntos, ver si la relación funcionaba y a partir de ahí vislumbrar si era posible planear un matrimonio, familia, etc.

Luna de miel que sí termina

Al principio la frecuencia sexual de Tania y Mario era inagotable. Sexo al despertar, en la bañera, al regresar del trabajo, parecía que nunca terminaría la pasión de esta joven pareja. Sin embargo, conforme fueron pasando los meses, la frecuencia disminuyó de forma paulatina. Normalmente tocaba todos los días, luego un día sí y otro no, hasta llegar a una "cuota sexual" de dos veces por semana, si es que no están demasiado agotados por el trabajo.

¿Es normal? Será simplemente parte de la rutina. Al hablar sobre el tema la pareja llegó a la conclusión de que se aman igual, pero ahora que el sexo no "es novedad", ahora que tienen un alojamiento seguro para tener sexo de forma libre y sin preocupaciones, ahora que tienen tiempo de sobra y no hay que cumplir un horario, ahora el sexo ya no es prioridad dentro de la relación. ¿Por qué pasa esto?

Motivo de consulta con el sexólogo

El tema de la frecuencia en las relaciones sexuales es una causa frecuente en las terapias sexuales de pareja. Muchos se preguntan ¿cuánto sexo es lo normal? ¿Cómo podemos aumentar la frecuencia?

La respuesta es personal y depende de cada pareja. Sí, el sexo es una necesidad física pero no se comporta de manera instintiva como otras necesidades humanas. Cuando tenemos hambre necesitamos comer, punto. El deseo sexual también debe ser satisfecho, pero no resulta imprescindible.

Lo que es peor, está demostrado científicamente que si la pareja disminuye la frecuencia sexual, cada vez se hará menos presente el deseo, e incluso puede desaparecer. Al respecto, el investigador canadiense B.Fisher descubrió lo que se conoce como Ley de Fisher, es decir, el deseo sexual y la frecuencia en el coito están directamente relacionados.

Ley de Fisher

El ejemplo que da el científico es que si una persona mantiene, por ejemplo, dos coitos a la semana, cuando disminuye la frecuencia sexual (a una o ninguna) sentirá un deseo sexual intenso que lo llevará a la necesidad de satisfacerlo. Pero, si esa persona no retoma las relaciones sexuales por un periodo más prolongado, el deseo disminuirá poco a poco y puede llegar hasta desaparecer.

La ley también aplica a la inversa. Cuando una persona tiene una frecuencia sexual de dos veces a la semana (siguiendo el ejemplo anterior) y aumenta el número de coitos (siete veces a la semana o más), sentirá saciedad sexual, pero si continúa con ese ritmo el cuerpo se adapta y pide más.

La conclusión es simple: mientras más relaciones sexuales mantenga una pareja, sentirá más deseo y su cuerpo pedirá más.

Cada pareja tiene su frecuencia sexual

La frecuencia sexual es única para cada pareja, son ellos y solo ellos, quienes definirán su grado de cercanía sexual. No existe una "cuota coital" que  garantice la satisfacción. Algunos errores que se pueden cometer son los siguientes:

+ Definir la frecuencia sexual con base en lo que dicen los medios o aparece en los programas de televisión. 

+ Preguntar al vecino o al amigo, cuánto sexo tienen ellos y tratar de entrar en "competencia"

+ Obligarse a hacer lo que esa misma pareja hacía en otro momento de la relación (las circunstancias cambian y el erotismo también).

+ Intentar seguir los estándares internacionales, así como encuestas, promedios y estadísticas

+ Angustiarse por el deseo del otro y no entablar comunicación. Sobre todo las mujeres suelen pensar que la caída de frecuencia sexual puede deberse a que el hombre ya no se siente atraído hacia ella. Antes de pensar por el otro, y si no están a gusto con la frecuencia de sus relaciones sexuales, habla con tu pareja. 

+ Ver el sexo como una meta estresante. Cuando tratas de tener sexo por deber, no se disfruta de la misma manera, mejor inventa cosas diferentes para activar el deseo.

Aleja los mitos

Aunque parezca increíble muchos piensan que mantener relaciones sexuales diario puede debilitar físicamente y mentalmente. Ese error se ha extendido sobre todo tras las "prohibiciones" que han experimentado los deportistas de alto rendimiento. Sin embargo, es un mito. Por el contrario, el sexo te ayuda a liberar estrés y a relajarte. Es un muy buen ejercicio cardiovascular y al estimular la liberación de endorfinas harán que tengas sentimientos de felicidad. Note agobies, la frecuencia sexual la pones tú, simplemente, aléjate de los tabúes.