Afuera del 2545 de la avenida Grand Concourse, en El Bronx, Luigi Domínguez miraba en estado de shock los restos de la bodega Yandell Grocery Store donde trabajaba.

“Yo primero salí corriendo”, dijo el mexicano de 44 años quien estaba adentro del comercio en el momento que inició el fuego.

El jefe de bomberos del Departamento de Bomberos de Nueva York (FDNY) Jay Jonas, dijo que que recibieron la llamada de emergencia a las 10:42 a.m. La causa del fuego, clasificado de dos alarmas, todavía está bajo investigación por el FDNY. Pero según cree Domínguez, todo comenzó tras una falla eléctrica en la nevera que luego escaló.

Todas las personas en la bodega y del segundo piso del edificio donde se encuentra el local, hasta donde se extendieron las llamas, lograron escapar.

Según Jonas, sólo se registraron dos personas y un bombero con heridas menores. Todos fueron llevado al Hospital North Central del Bronx.

“Esto ha sido uno de los momentos más espantosos”, dijo Evelyn Rivera, de 55 años, cuando escucho a alguien gritar “¡fuego!”. La puertorriqueña trabaja en Corky’s Diner, el restaurante a dos puertas de la bodega.

Al principio el co-dueño de Corky’s, Nick Grigoriadis, de 40 años, ignoró los gritos pensando que estaban gritando “fight”, pelea en inglés. Pero cuando vieron el humo llegar a su restaurante salieron corriendo.

Afuera Rivera se dio cuenta que su amiga estaba ‘congelada’ y gritó su nombre para que escapara las llamas.

Grigoriadis y su socio rompieron la ventana y comenzaron a extinguir las llamas para dejar camino a que las personas de adentro escaparan.

“Fue bien loco porque cuando vez a alguien que quiere escapar, lo quieres salvar”, dijo Grigoriadis.

Según los presentes, poco después que salieron las personas del local hubo una explosión.

La peluquería de al lado, Divine Divas, también fue afectada por las llamas. Una de las trabajadoras, Dulce Guzmán, recién llegada a Nueva York de República Dominicana, dijo que estaba “nerviosa por mi trabajo”.

Luego del incendio decenas de vecinos miraban la escena en su hora de almuerzo. Algunos de ellos, como Jen Pérez, de 32 años, usualmente comen en la bodega donde cocinan comida hispana. Ella vio el humo desde las oficinas de su trabajo.

“Es triste enterarte de esto porque somos familiares con el sitio,” añadió.