La designación del mulá Haibatullah como líder de los talibanes afganos representará un cambio en las formas del grupo en un momento en el que la muerte de su antecesor, el mulá Mansur, puede alterar las relaciones internas de los insurgentes, con Islamabad y con el proceso de paz que trata de sacar adelante el Gobierno.

Clérigo experto en justicia islámica, Haibatullah fue nombrado sucesor del mulá Mansur cuatro días después de la muerte de éste en el bombardeo de un dron de EEUU el pasado sábado en Pakistán.

Fue uno de los dos lugartenientes del anterior jefe y toma la dirección después de apenas diez meses de liderazgo formal de Mansur, que tomó formalmente las riendas del grupo en julio pasado tras conocerse entonces la muerte del histórico líder, el mulá Omar.

Para el exgeneral afgano y analista militar Abdul Wahid Taqat, “esto es solo una rotación de líderes”.

El experto subrayó que “cuando se ha ido uno, viene otro y esto no cambiará nada porque la agenda y el plan es el mismo”.

El escritor y analista político Nazar Muhammad Mutmaeen coincidió en que la estructura del grupo insurgente apenas se verá afectada por el cambio de dirección, pero a su juicio el relevo se produce en un contexto cambiante.

Mutmaeen advirtió de que lo que sí altera la muerte de Mansur es el escenario con Islamabad, al considerar que entre los talibanes hay quienes creen que “Pakistán ayudó a Estados Unidos” a acabar con el fallecido jefe.

“Después de esto la relación entre los talibanes e Islamabad empeorará y Pakistán primero intentará traer a Haibatullah bajo su control”, apuntó.

Según esta teoría, que da por sentado los vínculos entre Pakistán y los talibanes, algo negado hasta la saciedad por Islamabad, los insurgentes se verían ahora en la tesitura de tener que decidir entre el refugio en territorio paquistaní o liberarse de las servidumbres que ello conlleva.

Además del rol de Pakistán, el nuevo “Príncipe de los Creyentes”, título que recibe el jefe insurgente, deberá afrontar la división interna que surgió con la designación de Mansur, que generó no solo divergencias en su seno, sino una guerra abierta con disidentes como los encabezados por el mulá Rasul.

“Ahora habrá más crisis de liderazgo y más talibanes alzarán sus voces contra Haibatullah”, pronosticó a Efe el analista político afgano Matiullah Kharotai.

Los leales a Rasul ya han dicho que tampoco aceptan a Haibatullah como líder y han advertido de que si bien no quieren “luchas internas entre los talibanes”, no renuncian a su defensa como “un derecho legítimo y correcto”.

Kharotai señaló que en estas condiciones Haibatullah tiene menos posibilidades “de sobrevivir en la actual carrera de juegos de inteligencia en la región”.

“Los asuntos afganos siempre tienen lazos con agencias de inteligencia extranjeras y Haibatullah es un simple erudito que no tendrá la habilidad y la capacidad que Mansur tuvo en su política exterior”, explicó al respecto.

Haibatullah es visto como un líder más calmado y más dado a reacciones lógicas que su predecesor, pero sin tanta fuerza como Mansur para a la vez luchar contra los disidentes y declarar una guerra abierta contra las fuerzas afganas e internacionales.

Su antecesor inicialmente sopesó alguna posibilidad de acercarse al proceso de paz emprendido a finales de 2015 por el grupo G4 que integran Afganistán, Pakistán, Estados Unidos y China, aunque finalmente rechazó esa vía y optó por una línea dura.

“El proceso de paz no parece que tenga un buen futuro”, comentó el analista, aunque el presidente de Afganistán, Ashraf Gani, haya llamado a los talibanes a dejar las armas y reanudar “una vida normal y en paz”, ya que “de otra manera afrontarán el mismo destino que sus líderes”.

Baber Khan Sahel