La riqueza de Veracruz es el botín de criminales, la cruz de sus pobladores y el gatillo contra los periodistas. En palabras de reporteros y activistas, el estado que tiene 720 kilómetros de costa, el puerto más importante de México, las reservas de petróleo más abundantes y una ubicación geográfica envidiable lejos de ser un ejemplo de progreso es, hoy por hoy, un “territorio de pobres controlado por bandidos”.

Criminales organizados a quienes no les gusta la prensa. “Nos están matando porque no quieren que se sepa que en Veracruz hay secuestros, extorsiones, robo de combustible, de transporte, trata de personas y todos los negocios clandestinos bajo el cobijo, la protección y la ayuda de la policía local”, dijo Rafael Pineda, periodista y caricaturista en entrevista telefónica con este diario.

Pineda, igual que Rubén Espinosa, el fotógrafo asesinado el pasado viernes en la Ciudad de México junto con cuatro mujeres, se exilió en un refugio anónimo tras recibir amenazas de muerte en Veracruz.

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“Nada de lo que está pasando a los periodistas en el estado se puede explicar sin la complicidad del gobierno, del gobernador Javier Duarte y de un personaje del que poco se sabe pero que es el brazo violento oficial: Arturo Bermúdez Zurita, el secretario de Seguridad Pública en la entidad”.

Bermúdez Zurita fue el blanco de una de las últimas protestas del fotógrafo Espinosa: irrumpió en el congreso con todo y pancartas de protesta por las agresiones contra periodistas en el estado donde desde el 2010 han muerto 16 comunicadores de la manera más vil, descuartizados, torturados, asfixiados y con el tiro de gracia.

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En Veracruz el 90% de los dueños de los medios de comunicación son políticos que crearon los medios como una herramienta de control y dejan en total vulnerabilidad a sus empleados cuando son amenazados, según ha documentado Periodistas de a Pie, integrada por reporteros en activo.

“Muchos colegas denuncian que hay una clara relación entre políticos  y criminales y cuando los amenazan no se sabe quién es quién el enemigo”, detalla Daniela Patrana, activista y periodista de la asociación. “Les dicen que son los Zetas, pero ellos creen que es el Estado”.

En junio pasado el gobernador acusó de nexos con la delincuencia a algunos periodistas. Sin dar nombres dijo que “lamentablemente algunos trabajadores de los medios tienen vínculos con esos grupos” y les pidió portarse bien. “Si algo les pasa a ustedes a quien crucifican es a mi”.

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Como sea, los periodistas en Veracruz tienen miedo. “Aún quedan dos o tres espacios para denunciar lo que pasa en el estado, pero la muerte de Espinosa ha sido un golpe muy duro”, advierte Pastrana. “Un golpe para todo el país, un llamado de atención de que hay una batalla por la libertad de expresión que no se puede perder”.

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Violadas y torturadas dos de las mujeres asesinadas

Cuatro mujeres fueron asesinadas junto con el fotógrafo Rubén Espinosa la tarde del viernes que, según una hipótesis de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, tres sujetos ingresaron al domicilio para dar el tiro de gracia, robar algunas pertencias y huir en un Mustang rojo propiedad de una de las víctimas.

Nicole, "La colombiana"

El gobierno de la Ciudad de México solicitó el estatus migratorio de la mujer de quien sólo se sabe su nacionalidad, el nombre sin apellidos, que tenía 29 años y era la presunta propietaria del coche en que huyeron los criminales, según información divulgada por el diario La Razón.

La necropsia de la PGJDF reveló que ella y otra de las víctimas fueron atacadas sexualmente, atadas de manos por la espalda y estranguladas antes de recibir el tiro de gracia.

Nadia Vela Pérez

Era la anfitriona que invitó a Espinosa al departamento que compartía con las otras mujeres. Según algunos reporteros, Vela, de 32 años, y el fotógrafo se conocieron en Xalapa, la capital veracruzana, donde ambos hacían activismo social.

Nadia, originaria del estado de Chiapas, estudió antropología social y fue integrante de la Asamblea Estudiantil #Yosoy132. Según una entrevista divulgada en RompevientoTV, denunció que había sido previamente amenazada de muerte y responsabilizó al gobernador Javier Duarte de “cualquier cosa que pudiera sucederle”.

Antes de recibir el tiro de gracia, fue golpeada en el rostro.

Yesenia Quiroz

La joven maquillista de 18 años compartía departamento con Nadia. Fue la otra víctima violada sexualmente.

Olivia Alejandra Negrete

Era la empleada doméstica encargada de la limpieza. Sólo presento un tiro en la cabeza. Tenía 40 años.