R igoberto Féliz Urbáez, mejor conocido como Rigo, se dedica a arreglar gomas desde cuando apenas era un mozalbete: a los siete años de edad, debido a que su padre lo llevaba a una gomería de su propiedad.

La idea de su padre de llevarlo a la gomería era para que se introdujera en el oficio, cuenta con una sonrisa dibujada en sus labios que no desaparece por más difícil que resulte arreglar una goma, ya que no quería tenerlo en la casa aprendiendo algunas “mañas”, como solía decirle en forma de chanza su progenitor.

Con la inocencia y las acciones que hacía, producto de sus pocos años, Rigo terminó siendo “gomero”, oficio en el que de manera digna y durante cuatro décadas se gana el sustento de su familia, sobre todo, ha logrado educar a sus hijos a los que orienta para que sean hombres y mujeres útiles a la sociedad.

Todos sus hermanos aprendieron de su padre el oficio de gomero, pero solo él ha seguido con el legado de su progenitor y se dedica a este trabajo con pasión, porque es de los que cree que para ganarse el pan de cada día no hay que hacer cosas de las que luego haya que arrepentirse.

Féliz Urbáez, quien tiene 47 años de edad, 40 de ellos como gomero, sostuvo que no se trata de un trabajo formal, pero que le proporciona para llevar el sustento a su casa de manera honrada y hacer unas que otras actividades, incluso hacer sus pequeños ahorros.

“Si no trabajo, no come mi familia ni yo, por ejemplo, cuando hay alguna eventualidad que no podemos venir a trabajar. Pero no puedo quejarme del oficio que me dejó como herencia mi papá: el trabajo duro, pero digno para conseguir dinero para resolver mis asuntos económicos”, explicó. Generalmente en un día normal y cuando “la cosa está buena”, Rigo puede llevar a su casa entre RD$1,000 y RD$1,500, sin contar la comida del mediodía y el desayuno suyo, de su esposa e hijos, que dijo en forma tajante que “eso es sagrado”.

Casa propia  

Rigo no terminó de cursar la educación media. Dijo que jugando san y siendo prudente en el gasto, logró tener su casa, a su juicio, una de las cosas más importante para una familia: tener su propio techo.

Con seis hijos con edades de 4, 8, 10, 12, 16 y 20 años, los cuales procreó con Nancy Pérez, cuenta que ya el primero de los seis muchachos este año va a la universidad y le seguirá la de 16 que entraría a mediado del presente 2015.

“Aunque mi papá no me dejó bienes materiales, me introdujo pequeño a este oficio, del que no me arrepiento, y que he traído a los míos. No quiero que se ganen la vida de esto, sino que hagan una carrera universitaria para que puedan vivir más cómodamente”, afirmó.  

Con casi medio siglo de vida, Rigo no busca hacer otro oficio para ganarse el sustento familiar, ya que a su edad, narra, es muy difícil que pueda encontrar alguna empresa privada que contrate sus servicios, lo que, -dice- podría ser en el sector público, pero, “se paga muy poco”.

Pocos empleos

El municipio Santa Cruz de Barahona, común cabecera de la provincia del mismo nombre, forma parte de la Región Enriquillo que integran, además, Pedernales, Bahoruco e Independencia, es una de las zonas del país con mayores niveles de carencias y de limitaciones económicas y empleo. Muchos emigran a otros lugares a buscar un puesto de trabajo.

Empresas públicas y privadas, en especial el ingenio Barahona, administrado por el Consorcio Azucarero Central, de capital nativo y extranjero, así como la zona franca industrial, son los que mayor mano de obra proporcionan, por lo que muchos recurren al motoconcho y a otros tipos de trabajo informal para ganarse la vida.   

La fuerza laboral se reparte entre el sector privado y el público, contando con alrededor de 40 empresas de diversos tipos, de las cuales siete son catalogadas como grandes, una como mediana y otras 32 catalogadas de pequeñas, generando en su conjunto unos 2,320 empleos directos.

De esa cantidad directa de empleos, las grandes empresas asumen 2,005, las medianas 52 y las pequeñas 254, según el Censo del Directorio Industrial de la República Dominicana, edición de 1998, en materia industrial y comercial.

El turismo: esperanza 

La provincia, y la Región Enriquillo, han cifrado sus esperanzas en el sector turístico, sobre todo porque se trata de una de las zonas del país privilegiada por la naturaleza, pero que a pesar de la diversidad de sus atractivos y paisajes naturales no ha podido despegar en la industria sin chimenea.

El sábado 27 de abril de 1996, en la postrimería del gobierno del fenecido Joaquín Balaguer y a semanas de entregar el poder, su antecesor Leonel Fernández, fue entregado el aeropuerto Internacional María Montéz, del que muchos pensaron sería la salvación para el turismo, pero la falta de una adecuada infraestructura hotelera es otro escollo en el camino. La terminal aérea es un elefante blanco, solo usado por unos pocos aviones para abastecerse de combustible, aunque se han hecho otros esfuerzos para hacerlo despegar que han resultado infructuosos. La zona espera obras importantes como la construcción de la presa de Monte Grande, la que reclaman desde hace más de 40 años, otro mega proyecto, que de ejecutarse sería el más importante de los últimos 50 años, en donde también tienen cifradas las esperanzas y anhelos de desarrollo, calidad y generación de empleos.

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ESTRUCTURA DE LOS HOGARES EL SECTOR MICROEPRESARIAL

DATOS SOBRE EL SECTOR FORMAL DE LAS MICRO 

De acuerdo a los investigadores Marina Ortiz, Miguel Cabal y Rita Mena, en su libro “Micro, Pequeñas y Medianas Empresas en República Dominicana”, de 2013, más de la mitad (51.6%) de las familias de los dueños de microempresas ven afectada su dinámica cotidiana al convivir en un espacio físico donde se tiene un negocio, ya que los propietarios residen en el mismo lugar donde funciona la empresa. 

En su investigación, los especialistas enfatizan en que al tomar en cuenta la cantidad de dependientes que tienen los propietarios de microempresas, se determinó que ocho de cada 10 (81.2%) tienen alguna persona a su cargo, mientras el restante 19.8% no tiene responsabilidad de mantener a alguien.

 Observan que en 1993 el 62.5% de los hogares de microempresarios tenían como fuente principal de ingreso su negocio pero este se redujo entre 1993 y 1999, aumentando desde el 2000, lo que a su juicio supone una mayor relevancia del negocio en el presupuesto familiar. En su estudio, los especialistas de Fondomicro afirman que en República Dominicana , al igual que en la región de América Latina, las Mipymes representan el 99% de las empresas y emplean al 67% de los trabajadores, cuyos datos atribuye a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).