Sin proponérselos, los aficionados que asistieron aquel 26 de octubre de 1984 al Chicago Stadium fueron testigos del inicio de la carrera del mejor jugador de la historia del baloncesto; Michael Jordan.

Los Bulls de Chicago recibieron en la apertura del campeonato a los Bullets de Washington con la esperanza de comenzar a darle un drástico giro a sus últimos años (de aquel entonces) de fracasos en la NBA,  y  Jordan, procedente de la universidad de Carolina del Norte, estaba llamado a ser el encargado de dirigir los destinos de los Bulls hacia caminos de gloria.

Michael  Jordan iniciaba en una época dominada por Larry Bird y Magic Johnson, y en medio de una efervescencia que puso de moda  los jugadores de siete pies de altura, por lo que el impacto del jugador nacido en Brooklyn fue aun más impresionante.

Jordan fue la selección del draft número tres, por detrás de Hakeen Olajuwon, estrella de la universidad de Houston, y Sam Bowie, jugador héroe de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles que le había devuelto el oro a los Estados Unidos.

Llegó a los Bulls con la fama de buen jugador, pero los ejecutivos del equipo jamás se imaginaron que aquel jugador de seis pies y seis pulgadas se convertiría en el más grande la de historia de la liga, y para algunos analistas, el mejor deportista de Estados Unidos de todos los tiempos.

Hasta el mismo Orlando Wooldrigde, estrella de los Bulls durante los primeros años de la década de los ochenta, asumió que el joven Jordan había llegado al equipo para convertirse en el jugador que cambiaria el destino del equipo.

"Creo que nadie podía pensar en aquel momento que estábamos ante un partido histórico", afirma Rod Higgins, ex compañero de Jordan. "No estamos hablando de un siete pies, que eran los jugadores que dominaban el baloncesto en aquel entonces y la clase de jugadores sobre la que se construían las franquicias", asegura Higgins cuando recuerda aquella época. "Tampoco era un base que que tenga el balón en las manos todo el tiempo. Quiero decir, él era un escolta, ¿cuánto podía controlar?" dijo Higgins.

Jordan, lejos de entrar en pánico, de inmediato comenzó a mostrar sus cualidades como jugador polifacético con una visión de juego diferente. Encestó 16 puntos, siete asistencias y siete rebotes, impresionante para el debut de un jugador joven, pero números inferiores a los que colocó en su carrera que lo llevó a conquistar seis anillos de campeón de la NBA.