Un día como hoy, hace exactamente una década, el país “frenó la respiración” por casi un minuto para asistir a uno de los momentos de más alegría colectiva en sus 160 años de historia, sin importar que en la noche los diputados aprobarían una reforma fiscal que sacaría de los bolsillos de los contribuyentes RD$19 mil millones, con ampliación de ITBIS y 10% a las telecomunicaciones incluido.

Ese día, el recorrido del óvalo del Estadio Olímpico de Atenas que Félix Sánchez hizo en 47 segundos y 63 centésimas sacó de lo más profundo de los corazones el patriotismo aún de los menos orgullosos de llevar la dominicana como nacionalidad. A los que tienen la dominicanidad a flor de piel, las lágrimas brotaron como ríos y no faltaron las ronqueras.

Ese día, Sánchez, de atletismo, un deporte no tradicional en el país del béisbol y, donde baloncesto y boxeo copan lo poco que deja la “pelota”, y en una modalidad tan poco practicada como los 400 metros con obstáculos. Ese jueves soleado de verano y con electricidad en casi todo el país bajó el prime time a la tarde, la carrera fue el material televisivo de más audiencia y no Gokú (del anime Dragon Ball) que se adueñaba de la pantalla chica entre lunes y viernes.

Eran las 3:32 de la tarde en el Caribe, 10:13 de la noche en la capital griega, cuando se produjo el disparo, y Sánchez salió, librando un cuerpo a cuerpo con el panameño Bayano Kamani y el estadounidense James Carter, hasta la novena valla, pero una vez pasó el décimo obstáculo aceleró como una gacela, y liquidó a pesar del empuje final del jamaiquino Danny McFarlane (48.11, plata) y el francés Namar Keïta (48:26, bronce).

En el Palacio Nacional, Leonel Fernández, con 10 días como Presidente y un grupo de empresarios del sector turismo, interrumpió una reunión para ver la carrera, Felipe Payano (ministro de Deportes) hizo el contacto telefónico con el vallista una vez terminó la carrera para recibir las felicitaciones.

Cuando Ildefonso Ureña entrevistó esa tarde a Fernández para Telemicro, y preguntó qué podía pedir el atleta nacido en Nueva York en 1977 por su medalla de oro, el primer mandatario respondió: “Todo lo que pida Félix Sánchez hay que concedérselo”.

Alfredo Pacheco, a sazón presidente de la Cámara de Diputados, pidió una pausa a las 3:15 p.m. en la acalorada sección que se había iniciado a la 1:25 p.m., para ver en pantalla gigante la carrera 43 ganada en línea por Sánchez.

La medalla aurífera que colocó Roque Napoleón Muñoz en el cuello de Sánchez coronaba así el capítulo más dorado de la historia del deporte aficionado dominicano. En la noche fue la noticia de apertura de los noticiarios y al día siguiente no hubo periódico que no la colocara en su portada, con editoriales incluidos. El debate sobre la manufactura estadounidense del atleta en su etapa embrionaria pasó a un segundo plano.

De leyenda 

Hijo de Félix Arquímedes Sánchez e Inocencia Morcelo y criado por su abuela materna Lilian Peña en Los Ángeles, Sánchez no aparece en los registros de la Federación de Atletismo de los Estados Unidos por haber participado en eliminatorias de donde se escoge la selección nacional, y ni siquiera llegó a la final de los campeonatos de la NCAA.

Desde 1996 trató de contactar a las autoridades dominicanas, pero en 1998, su último año en la Universidad del Sur de California, visitó el Dodgers Stadium y allí hizo saber a Manny Mota sus intenciones de querer correr por el país que vio nacer a sus padres, Mota contactó a Bienvenido Rojas (a sazón editor del periódico El Siglo), quien llevó el mensaje a José Joaquín Puello, presidente del COD.

Fue a los Panamericanos de Winnipeg ’99 y Olímpicos con buenos tiempos, y siguieron las medallas de oro en los Mundiales de Edmonton ‘2001 y París ‘2005 y en los Panam de 2003 fue el rostro que no dejó quedar mal al país. En Londres 2012 resucitó su carrera para convertirse en leyenda. 

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