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:: A seguir dándole duro
A seguir dándole duro

Por: Segundo Imbert/Acento.com.do - 20/11/2017

Estamos en el siglo veintiuno, y las ciencias sociales, la economía, la estadística, y la tecnología, hacen posible detallar el origen de los males sociales. La influencia del quehacer político, económico, religioso y educativo están bien estudiadas. No hay misterios sin explicar ni dinámica humana sin desglosar. Conocemos el ethos de las clases altas y el de las paupérrimas mayorías. Sabemos por qué y a qué hemos llegado, y en lugar de aliviarnos, nos sentimos frustrados.

Perturba saber cuál es la enfermedad y su remedio frente a un paciente que se resiste al tratamiento. ¿Seguimos insistiendo o desistimos del intento? Es la pregunta que descoloca a quienes dedican parte de su tiempo a enfrentar el desgobierno y la corrupción. Se nota en ellos un pesimismo angustioso. Comienzan a convencerse de que no podemos cambiar.

Es una sensación de indefensión, de estar a la merced de organizaciones perversas e imbatibles. Se sufre de impotencia: un grupo importante de analistas concienzudos y combativos destila decepción y pesimismo en sus comunicaciones. Yo mismo, sin ser tan concienzudo ni inteligente, no escapo de ello: “Déjate de escribir pendejadas, que a tu país “no lo salva ni Checheré”.

Como diría Chea, mítica y honrada prostituta: “Aquí le conocemos los veinte pliegues del culo a nuestras desgracias, y nadie hace un carajo”. El peculado no se interrumpe, la impunidad prevalece, y el gasto público se dilapida. No se vislumbran paliativos ni correctores. No es raro descorazonarse creyendo que en esta película de horror ganan los malos. La sensación es comprensible.

Pero esa bruma depresiva que de vez en cuando aplasta, evita percatarnos de lo que en poco tiempo se ha logrado. No existe tal fracaso, el poder pierde.  Ni la rimbombancia del ambiguo éxito económico, las inauguraciones, o el tanto bandido suelto que anda por ahí pueden evitarlo. Hay señales de éxitos. Se cosechan frutos. La propaganda y el sofisma se desmoronan.

El poder del PLD, del empresariado cómplice, y del actual gobierno, no es el mismo. Están heridos. No es verdad que han sido inútiles las denuncias y las críticas sistemáticas que desnudan día a día la depredación de la nación.

Un análisis objetivo demuestra lo hasta ahora conseguido: encuestas desfavorables al gobierno, denuncias contínuas de escándalos estatales, militancia de una población otrora aletargada. Se exige la renovación de la clase política opositora, el gobierno carece de credibilidad, y el presidente pierde votos.

Apenas hace unos meses se hablaba con indiferencia de “la marcha de los verdes, hoy se analiza “La Marcha Verde” como una creciente fuerza política. El robo público no se susurra, se detalla en voz alta con cifras, nombres y apellidos. La Iglesia Católica se aleja del poder y fraterniza con la feligresía combatiendo la corrupción. Eso no es poco.

Esa frustración de creer que no hemos logrado nada criticando y denunciando debemos quitárnosla de encima. Aunque a regañadientes, el enfermo comienza a dejarse tratar. Pensemos tranquilamente, despojados de pesimismo, y concluiremos que es una distorsión eso de que los malos ganan, y que el dominicano no sirve  para nada.

En este momento nadie puede decepcionarse ni darse por vencido. “Encabulla, vuelve y tira” –  dijo el amigo de Chea. Se enjuagó la cara con ron, y siguió dándole duro al asunto.



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