Cuando ocurren eventos como el asesinato de la joven Emely Peguero, todo el mundo acude a afirmar que faltan valores en la sociedad que prevengan este tipo de acciones. El problema es que generalmente se están refiriendo a valores tradicionales que ya no tienen vigencia en la sociedad en la que estamos viviendo.

Nos olvidamos de los valores de la modernidad y ello así porque la “doctrina de valores” está muy influenciada por el pensamiento religioso, por arcaicas prácticas y rutinas que ya no son respetadas.

Es evidente que la sociedad moderna no puede sostenerse a base de valores antiguos. Estos valores, si desean sobrevivir, tienen que adaptarse a los elementos que hacen posible la sociedad de hoy y este es el punto clave cuando hablamos de la sociedad dominicana: todavía en nuestro país subsisten, pero muy deformados, los valores de antaño, pues ¿que es un feminicida sino un hombre poseído por el valor antiguo del “honor” y el viejo concepto de la “propiedad”?

El tránsito hacia la modernidad de nuestro país no será posible si no adoptamos un conjunto de valores que nos impulsen a lograr ese propósito.

Esos valores “modernos” son, por ejemplo, valores personales como la honestidad, la confiabilidad, la responsabilidad y la eficiencia. Valores colectivos como el servicio, la tolerancia, el respeto, la amistad, la cooperación, el trabajo en equipo, el sentido de justicia y la solidaridad, y valores humanos como el amor, la bondad y el apego a la verdad.

Es el “poder de uno” convertido en revolución que altera el panorama de antivalores que vivimos.

He ahí temas para marchas y programas partidarios.

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