El sistema democrático, y los demócratas de todo el mundo, no ven otra cosa que amenazas y nubarrones. Sí, Estados Unidos tiene un sistema de contrapesos y equilibrios que probablemente no permita a Trump hacer todo lo que ha prometido, como Obama no pudo hacer todo lo que prometió.

Estados Unidos ha elegido a Donald Trump como presidente y el mundo, acostumbrado a líderes norteamericanos políticamente correctos, tendrá que ajustarse a lo que este cambio representa.

Los acuerdos y tratados internacionales, que incluyen aspectos como seguridad y defensa, cambio climático, pactos comerciales tendrán que ser revisados y someterse al cuestionamiento de un gobierno conservador, de acuerdo con las promesas realizadas por Trump durante varios meses de la campaña electoral.

Las relaciones internacionales, con la presencia de Estados Unidos en términos políticos y militares, serán sometidas a cambios profundos también, y por ello no extraña que aliados de Estados Unidos como Alemania o Francia, estén conmocionados hoy sobre este giro en la política de la nación nación norteamericana.

Hay que admitirlo, el mundo no estaba preparado para un presidente de los Estados Unidos como Donald Trump. Y el magnate inmobiliario no sólo gano la presidencia, el partido que lo postuló ganó la Cámara de Representantes y el Senado, con lo cual no tendrá obstáculo para desarrollar las políticas que ha prometido, y por las que ha sido electo, contra viento y marea.

Esta elección no sólo fue interna de los norteamericanos. Políticos de todo el mundo, ex presidentes, representantes de organismos internacionales, economistas, científicos, premios Nobel e intelectuales de todo el mundo expresaron abiertamente su rechazo a Trump.

Las bolsas y mercados financieros de todo el mundo comenzaron a expresarse desde que se conocieron los primeros datos que abrían las puertas a triunfo de Trump, hacia la baja en condiciones pocas veces vistas en el pasado.

Trump ha triunfado y el mundo está temblando de miedo. Se trata del candidato de la antipolítica que tiene carta abierta para tomar las decisiones globales más delicados y de mayor incidencia, y será presidente de los Estados Unidos por los próximos cuatro años, a partir de enero del 2017, pues se ha convertido en el presidente numero 45 de la historia de los Estados Unidos.

Países fronterizos de los Estados Unidos, como México, tiene muy serias dificultades. Más de tres mil kilómetros unen a esas dos naciones, y Trump no se ha cansado de expresar opiniones agresivas contra los mexicanos. Igual contra los inmigrantes en general, incluyendo a los dominicanos y las generaciones de descendientes que son ciudadanos de ese país. Lo mismo ocurre con los árabes y musulmanes, las minorías afroamericanas, y con los grupos o minorías que levantaron e impulsaron políticas progresistas, como las comunidades GLTB, las mujeres, o las industrias norteamericanas que aprovecharon la globalización para ensamblar parte de su producción en otros países.

Jorge Zepeda Paterson, periodista y escritor mexicano ha analizado de este modo lo que representa el triunfo de Donald Trump para su país:

“Sensaciones de incertidumbre y preocupación sacuden las principales capitales del mundo. En México mucho más que eso. El temor es puntual y las amenazas son bastante precisas. Han sido explicitados una y otra vez por el ahora presidente electo virtual. Expulsión de migrantes, la construcción del muro y el fin del Tratado de Libre Comercio como lo conocemos, tiene impactos brutales en la vida social, política y económica de México. La devaluación del peso en materia de horas es un anticipo de la manera específica y concreta de que lo que el mundo mira con preocupación, México tiene que asumir como una tragedia. Un desastre no natural, de consecuencias mucho más prolongadas y potencialmente devastadoras”.

Lo mismo habrá que decir sobre muchas de las políticas liberales y de derechos humanos impulsadas por los Estados Unidos. El sistema democrático, y los demócratas de todo el mundo, no ven otra cosa que amenazas y nubarrones. Sí, Estados Unidos tiene un sistema de contrapesos y equilibrios que probablemente no permita a Trump hacer todo lo que ha prometido, como Obama no pudo hacer todo lo que prometió. Sin embargo, las instituciones norteamericanas, con estos resultados electorales, están sujetas a grandes cambios. Y habrá que esperar que el principal perdedor no sea el sistema democrático y el propio pueblo norteamericano. Como ha dicho un comentarista, estamos en una situación parecida a un manicomio administrado por un loco. Tan vez no sea tan grave, pero el mundo está dando un giro impresionante, y no es para bien.