La sociedad dominicana, como decían antes los comunistas del capitalismo, lleva dentro de sí misma los gérmenes de su propia destrucción, pues no es posible lograr un Estado Social y Democrático de Derecho con individuos e instituciones que estén por encima de la ley y no compartan las obligaciones inherentes a esa forma de organización estatal.

Los ejemplos sobran y están por doquier:

No puede lograrse con instituciones como los sindicatos de transporte, partidos políticos y una parte del sector empresarial que se manejan de forma autoritaria, que se niegan a respetar la ley y que solo quieren ventajas particulares sin aportar al desarrollo del país.

No puede lograrse con políticos y funcionarios, a todos los niveles, que están por encima “de toda sospecha” y que, por tanto, tienen inmunidad absoluta. Esta es una sociedad, como en el cuento de Orwell, en que “todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”.

No puede lograrse sin un compromiso real para lograr condiciones mínimas de existencia para todos los dominicanos. En este caso, lo importante no es el salario, sino que existan sistemas de salud, de educación y de recreación que sean incluyentes y no exclusivos; que los esfuerzos vayan dirigidos a garantizar el poder adquisitivo del hombre común y a asegurarle una vida digna para él y su familia. (Acaso creemos que los subsidios agrícolas son regalos a los campesinos estadounidenses o europeos… No. Son un sistema de estabilidad de precios para mantener una calidad de vida armónica.)

Necesitamos el compromiso con el Estado Social y Democrático de Derecho antes que todo.

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