La noticia se ha esparcido como reguero de pólvora: mi hermana Mu-Kien Adriana ha sido electa por sus pares como Presidenta de la Academia Dominicana de la Historia. Un símbolo presidencial marcado ancestralmente por el signo del patriarcalismo machista que ha sido desmitificado.

La primera mujer presidente de la academia de los historiadores es significativo porque la historia es enseñada mayoritariamente por mujeres en nuestras aulas de educación elemental. En la medida que subimos en los peldaños académicos, la profesión de los historiadores se masculiniza. Este sesgo parece imperturbablemente sólido como para soñar en la sociedad igualitaria, en la que los roles se repartan entre los sexos que determinan la condición humana.

Sin embargo, estamos hablando de una época que sueña por instaurar a una mujer en los roles de dirección. Para la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas se postulan 6 hombres y 6 mujeres, entre ellas dos latinoamericanas: Christiana Figueres –la hija de José Figueres-  y Susana Malcorra –la canciller argentina.

En Estados Unidos se enfrentan al dilema de elegir a su primera presidenta de ese país. El Reino Unido se decantó por la segunda mujer como Primer Ministro para suceder a David Cameron luego del Brexit. En Dominicana podemos celebrar que los historiadores hayan escogido a su primera mujer para presidirlos.

¿Cuál es la agenda de trabajo de Mu-Kien Adriana? Mi hermana deberá hacer de su actual condición de directora del Centro de Estudios Caribeños de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y sacar a la historia dominicana del aislamiento que la historiografía la mantiene. El destino de la sociedad dominicana se ha visto movida por hechos extra continentales (¿cómo la guerra de religiones definió la compartición de la isla Hispaniola con los franceses?) o extranacionales (¿cómo “la gran rebelión de los esclavos” marcó nuestro destino nacional?). En consecuencia, es ver el devenir dominicano como un producto de la complejidad de la historia, alejada de la causalidad lineal.

Además, ¿podrá mi hermana desde la presidencia de la Academia de la Historia encausar nuestra visión de la historia hacia procedimientos científicos e historiográficos sólidos, dónde pongamos en su sitio “leyendas” como la batalla del Santo Cerro? Para ello, la Academia de la Historia deberá abocarse a ser el santo patrón de la didáctica de la historia en nuestras aulas, algo más allá, pero que se inicia por la elaboración de textos didácticos rigurosamente fieles a la verdad histórica y alejada de interpretaciones graciosas.

Estoy poniendo el listón muy alto, ya que Mu-Kien llega a la historia luego de una Licenciatura en Educación y un post-grado en educación de adultos, para recalar en la  École des Hautes Études en Sciences Sociales, en Paris, Francia, dónde obtuvo su doctorado en historia. El orgullo familiar es directamente proporcional a la responsabilidad asumida: es una herencia que nos viene de nuestro padre, Don Miguel Sang, que nos recalcó que los honores no nos deslumbren por los oropeles sino por el compromiso asumido. Ni más ni menos.