El Marketing, esa actividad que no para de sacarle a uno los cuartos de los bolsillos, no importa donde usted los esconda, ya sea en el banco, dentro del colchón, en un calcetín  o en una vieja lata de galletas, se ha inventado una nueva forma de entretenimiento sexual muy curiosa: hacer el amor en el aire, así como suena, usted coge su pareja, se sube a un pequeño pero potente y moderno avión equipado especialmente para esos deliciosos menesteres, y cuando está arriba pues… vamos a lo que vinimos, como se dice por aquí, y sin perder tiempo que la autonomía del aparato es limitada, y el costo del alquiler, bastante carito.

Ya hay anuncios que ofrecen este novedoso tipo de servicio, y te lo envían a tu propia computadora para que tengas la tentación de saber cómo es la diferencia entre un orgasmo aéreo y otro terrestre, que se supone  deben ser sensaciones bastante opuestas, pues no es lo mismo cama fija en tierra, que lecho volando, con el sabor de la novedad, la emoción de la aventura, y su chin-chin de peligro.

Hasta ahora, las experiencias que hemos tenido y seguiremos teniendo por mucho tiempo en los aviones que van repletos de turistas hasta las turbinas, han sido las de mareos por lo agitado del viaje, las de una comida escasa y bastante mala, si es que la ofrecen, o un dolor en las rodillas por lo estrecho de los asientos. Pero muy pocas que pudiéramos llamar placenteras, salvo que uno vaya en primera clase donde le llenan de atenciones, comidas, tragos y regalitos.

Desde luego, hacer el amor por las alturas debe tener sus ventajas, por lo pronto eso subir al cielo por el placer ya está casi asegurado volando a esas grandes alturas que ahora alcanzan los jet, y si se atraviesan las molestas y temidas turbulencias, en estos casos pueden ayudar a mejorar los desempeños sexuales con sus movimientos vibratorios hacia arriba, abajo, o los lados. Eso, sin contar  el poder admirar el precioso paisaje de un colchón infinito de blancas nubes bajo los pies, o de saber que, en cuestiones sexuales, se está en esos momentos por encima de los demás mortales.

Como no hay nada sin los consabidos “peros”, los pasajeros de esos aviones-moteles tendrán que asegurarse que haya alguna puerta bien cerrada, además de una buena insonorización general contra gemidos, gritos o conversaciones libidinosas, para que el piloto no “tome oreja”,  o “breche” en términos más dominicanos, de lo que está sucediendo detrás de la cabina, pues el viaje podría acabar muy mal por algún tipo de descuido durante la navegación o confusión con los mandos al maniobrar en el aterrizaje.

Como el Marketing es como los impuestos, que no para de pensar en cómo obtener mayores beneficios, suponemos que dentro de muy poco tiempo las líneas aéreas, para competir contra estos osados rivales, habilitarán unos espacios para esos fines amorosos, así usted tendrá pasajes con más opciones, primera clase, clase turista, o habitación privada con ducha, toalla y jabón con o sin olores, por horas, o por todo el vuelo. También suponemos que a partir de ahora mucho ciudadanos se llamarán Airbus Fernández, Boeing Ramírez si son niños o Cessna Altagracia Martínez si es una niña, pues ya sabemos cómo somos por aquí de antojadizos con eso de poner nombres exóticos a nuestros hijos.

En cuanto a las relaciones amorosas de las parejas, también se enriquecen y abren nuevas formas de propuestas sexuales, pues además de poder solicitar el tradicional “ rapidito” ahora se podrá decir ¿Qué tal, un aéreo?

Bueno, si les llega un aviso de este tipo, no se sorprendan, el mundo cambia y avanza que es una barbaridad, y en eso del amor si bien no se han producido tantos adelantos en el Cómo hacerlo, por menos en el Dónde  estamos cada día más altos, y quién sabe si en un futuro cercano, hasta fuera de órbita, por aquello de los cohetes, claro está.