El tráfico en Santo Domingo ya no es una molestia, ni un problema, es toda una Odisea que ni el mismo Ulises con su certero arco hubiera podido superar, ni su esperadora y paciente Penélope, soportar. No importa el sector, la zona, el barrio, la calle, o la avenida, no importa tampoco el día y la hora, siempre hay millares y millares de vehículos por todos los sitios formando tapones inmensos, y ahí nos sale el salvaje reprimido de Freud que llevamos dentro, manejando a las bravas, adelantando de manera temeraria, encaramándose por encima de las aceras, insultando a cualquier hijo de vecino, ignorando cualquier señal, tocando bocina como desaforados, saltándose los semáforos, lo que sea con tal de poder llegar a la casa, a la oficina o al destino propuesto.

Y si usted intenta coger un atajo, esa calle pequeña que sólo unos cuantos conocen, que evita dos semáforos, que sale rápido a la vía principal, cuando llega allí hay sólo hay dos millones setecientos mil conductores que han pensado lo mismito que usted, y ahí es que se arma el lío de los cieguitos. Y si llueve, ni digamos, la falta de drenaje pluvial de que disfrutamos en la capital permite que cuatro tristes gotas caídas de una vez conviertan el tránsito en un pandemonio, una situación como debió producirse en el diluvio universal con la gente y las bestias que se quedaron fuera del Arca.

¿Qué hacer entonces? ¿Salir una hora u hora o dos antes y después de finalizar el trabajo?, si lo hacemos todos a la vez estaremos en las mismas y además dormiremos y descansaremos menos ¿Meterse en el tráfago y llegar estresado, chocado, insultado, multado o retrasado? eso es lo que tratamos de evitar a toda costa, no conviene a nuestra salud ¿Tomarse tres o cuatro pastillas y quedar fármaco- tranquilizados? Hay que recordar que en el país, y aunque a veces no lo parezca, drogarse no está permitido. ¿Hacer un rápida testamento y abrirse las venas? Demasiado trabajo para los enterradores y albaceas ¿Visitar al psiquiatra y pedir un tratamiento? Las consultas son caras y no garantizan resultados.

Pero algo hay que hacer porque la cosa no puede seguir así de caótica o acabaremos siendo diez millones de neuróticos capaces de cualquier barbaridad una vez nos pongamos al volante. Las autoridades están construyendo a toda marcha una nueva línea de metro y unos cuantos elevados y túneles para despejar y cruzar las vías principales. La primera no creemos que resuelva gran cosa porque la mayoría de quienes utilizan ese transporte son los que no disponen de vehículo propio para desplazarse, y las guaguas y carros seguirán haciendo falta para alimentar las estaciones. La segunda propuesta esperamos agilicen el flujo, y esperemos también que no colapsen como ha sucedido con los ya existentes ante la masiva importación de vehículos.

Pero lo que no vemos es que se haga prácticamente nada mientras tanto para organizar ese tránsito desmadrado. Ya de la AMET se percibe haber bajado su línea inicial, desgastada por tanta lucha  y trabajo, el Ayuntamiento está siempre en campaña porque hay cargos, votos, almas y hoyos que salvar.  Y el Chapulín Colorado ya no puede venir a salvarnos porque está en el otro mundo. Lo mejor, y con visión de futuro, será ir comprando un burro y aprender a manejarlo, cosa nada fácil por cierto. Preferible que sea con ¨ over driver ¨ integrado.