Es muy fácil declarar que todo conspira contra el buen orden y asumir la rebeldía sin control como forma de vida.

Estamos observando esta actitud en muchos miembros de nuestra sociedad que debieran ser modelos de respeto democrático.

Recientemente vimos a un sacerdote querer romper la valla de protección militar mientras se trataba de apagar un incendio en Loma Miranda.

En todas partes del mundo estos cordones policiales o militares son vitales para proteger vidas y salvaguardar la zona. Aquí entendemos que las autoridades están a favor del "enemigo" y le restamos autoridad, a sabiendas de que quien lo hace, valiéndose de su investidura, no será traducido a la justicia.

Por otro lado, vemos protestas contra una decisión judicial en pleno tribunal.

Todo el mundo tiene derecho a protestar, pero debe hacerlo dentro de los límites que establece la ley.

La amonestación del juez luego de ver el video de la protesta lo dice todo.

Asimismo, vemos cómo los conductores sindicalizados se burlan de las autoridades de tránsito y otros "padres de familia" tienen que ser desalojados por la fuerza de terrenos que ocuparon ilegalmente.

Mientras, las autoridades permiten que esas "investiduras" se impongan al mandato de la ley.

No hay enfermedad peor para el cuerpo social que el desprecio a las normas, pues ello conduce a la anarquía y a la peor de las dictaduras: la de la violencia bruta. No se crean que estamos lejos de eso.

atejada@diariolibre.com