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:: Doloroso asentir que somos marionetas del clientelismo político
Doloroso asentir que somos marionetas del clientelismo político

Por: Rafael R. Ramírez/Acento - 17/05/2015

Profunda y dolorosamente asentí, solo lo hice con la cabeza mientras mis labios permanecían mutis. Aun a sabiendas de que es irrefutable sin ser adivino ni pensador de altos vuelos, que todo cuando digo es una espantosa y triste realidad. Por eso, ante los ataques despiadados, las injurias y las calumnias no hablé para que nadie pensase que me estaba justificando por algo personal solamente.

Hago torpes trazos sobre el papel que nunca alcanzan a describir el por qué mi actitud y solo en ocasiones puedo decir, y porque otro ya lo dijo, que de 98 han sido 96 reformas a la Constitución solo para arreglar los deseos o ambiciones de proseguir en el mando de un Presidente o los allegados que lo conducen a esa actitud. Esa ha sido nuestra historia y por igual continuara la situación.

En tanto, las instituciones se han convertido en burdos instrumentos para emplear ineficientes miembros de cualquier comité y para el clientelismo político, mientras los profesionales que dirigen algunas se han adaptado a las actuaciones medalaganarias de los mismos, vale como ejemplo, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

No podemos cerrarnos y vivir presos en nuestro interior como producto del bendito miedo ante el poder corrupto, injusto y malvado que pretende castrar hasta el buen pensar

Este era un país verde y hoy es marrón. La gran masa forestal de hace apenas un par de décadas ha desaparecido conjuntamente con el clima frío para darle paso a los derrumbes, la escases de agua y un infernal calentamiento ambiental sin que exista responsabilidad alguna por parte de la clase política para resolver la situación, mientras la sociedad permanece con su apacible calma y sumisión.

Los pobres Padres de familia queman para practicar el conuquismo, el mamotreto de autoridad forestal expide permisos para hacer raleos a los mismos de siempre, aunque conscientes que los grandes incendios forestales son producidos precisamente para justificar este acto mafioso, corrupto y criminal y que además conocen donde están los aserraderos que se dedican a esta práctica y sobre todo, quienes son los dueños. Pero no pasa nada.

Son tantas las cosas que suceden sin que a nadie le importe, que muchas veces ilusoriamente trato por estos medios de llamar la atención sobre la carcoma moral que nos corroe y tan pronto lo hago tacho y tacho como acto ante la burla de la cruda realidad que ve en mis letras algo tan simple como un sueño de un incansable iluso pero que está consciente de que los ideales –como dice un amigo- suelen ser igual a la propia existencia, un brevísimo transitar por el infinitesimal espacio que nos tocó habitar en este pedazo de tierra cada vez más abusada por nosotros mismos.

No podemos cerrarnos y vivir presos en nuestro interior como producto del bendito miedo ante el poder corrupto, injusto y malvado que pretende castrar hasta el buen pensar. Todo lo que es naturaleza, tanto física, ética o moral está muriendo, como mueren los ríos, los bosques y los ideales, mientras los funcionarios solo hablan pero poco hacen a menos que no sean indelicadezas fuertemente blindadas.

Mientras los Haitises, Constanza y Restauración cambian su masa forestal por tierra quemada, desolación y muerte de todo. Y yo sé, conozco que el corazón puede ahogar a la mente cuando la sangre fluye de repente a él, que obnubila el buen raciocinio pero, no puedo permanecer impasible ante tantos desastres producto de la irresponsabilidad, por eso me encolerizo y hasta maldigo por la impotencia.

Pero que más puede un simple mortal hacer al ver este desastre ecológico que ni las grandes devastaciones de Ozorio se pueden comparar con esto. Tenemos el agua, se tienen los vejestorios helicópteros y los aditamentos para levantar los Bambi Bucket con capacidad para 2,500 galones de agua, tenemos los capacitados pilotos de la Fuerza Aérea pero, el agua no es suficiente para sofocar estos incendios, se necesita adicional al agua un “retardante” que debe ser adquirido por Medio Ambiente pero, qué va, para eso no hay dinero, no hay recursos ni le interesa buscarlo. En un lenguaje suave a este comportamiento del funcionario se le puede llamar negligencia, ineptitud e indolencia. ¡Si señor!



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