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:: Reírse de todo
Reírse de todo

Por: Sergio Forcadell/Acento - 07/05/2015

He decidido reírme de todo. Así, como ustedes lo leen. De todo. Absolutamente de todo, y tengo que decirles que desde que tomé esta sabia decisión, mi vida ha cambiado por completo. Por ejemplo, antes, cuando me anunciaban que la gasolina había subido tres pesos el galón, me ponía enfermo, pataleaba, y me pasaba varios días con un humor de perros. Pero ahora, me río a carcajadas porque, díganme si no es gracioso que mientras que el precio en el mercado internacional del barril de petróleo baja, aquí en este país nuestro de las maravillas, sube. Ese es un buen chiste. 

Otro ejemplo más, cuando los muchachos traviesos del Congreso aprobaban leyes importantes sin leerlas a fondo, o simplemente sin leerlas, me indignaba y la sangre me hervía como hierve durante horas un sancocho campesino, pero ahora, como sucedió con la ley de los partidos políticos, que no siguió el proceso establecido, ni la estudió la comisión correspondiente, ni por consiguiente los la vieron a fondo los diputados, como debió hacerse, me entran unos ataques de risa que me duran varios días. Me lo paso de maravilla, como si estuviera viendo una película de Charlot. 

¿Y qué decir de la campaña esa del “Dímelo”? me recuerda a los tiempos gloriosos de la lucha libre en la República Dominicana con el gran Jack Veneno, en que había un locutor que al transmitir los combates decía de tanto en tanto, y con mucha gracia: “Dímelo cantando, Calcaño”  y claro está, y no entiendo muy bien por qué, no me puedo contener y me pongo a reír como un loco. 

Antes cuando veía comerciales de los Gobiernos en que decían que todo iba sobre ruedas, que éramos un país rico y ultra moderno en el que sus habitantes eran los segundos más felices del universo, me daban escalofríos y patatuses de ver tanta demagogia e hipocresía oficial, pero ahora cuando oigo ese comercial del Ministerio de Obras Públicas hablando sobre las maravillas sobre nuestras carreteras y que hay  vigilancia permanente, de que podemos volver a casa con seguridad, me acuerdo que somos el segundo país en el mundo en la proporción de fallecidos por accidentes de circulación, en los cuales las carreteras y la falta de señales tienen mucho que ver, y me perdonarán ustedes, pero de tanta risa que me da, tengo que sentarme para no caerme y romperme algún que otro hueso envejecido del cuerpo. 

Como les decía al principio, ahora soy un hombre feliz que pasa casi todo el día riéndose de todo. Temas y disparates no faltan, pues es de lo que más abunda en nuestro medio. Y ya saben los efectos terapéuticos que tiene la risa, mueve decenas de músculos de la boca, alegra el corazón, rejuvenece el espíritu, da una mejor perspectiva de la vida y un montón de cosas positivas más. Claro, que como nada es perfecto, estoy teniendo un problema, de tanto reírme se me desencaja la boca y el doctor tiene que ponerla en su sitio. Duele un poco, pero vale la pena. 



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