A partir de este miércoles comienzan a disminuir las actividades en las ciudades y en las empresas. Es Semana Santa y el momento implica recogimiento, descanso, reflexión, reunión familiar, actividades turísticas con intensidad, desplazarse por las carreteras, movilizar a la familia y hasta compartir con unos tragos de por medio.

Y precisamente es este el momento de mayor moderación y cuidado, para que en la Semana Santa no haya tragedias ni pérdidas que resulten onerosas. En vez de los tragos, el exceso de velocidad y la temeridad con actividades acuáticas riesgosas, lo correcto es la precaución, la moderación, la prudencia y ex extremo en el cuidado propia y de la familia.

Es un tiempo para el descanso y el disfrute, para la reflexión y la tranquilidad, y el deber de los hombres y de las mujeres es actuar con moderación.

Las autoridades hacen un enorme esfuerzo, incluyendo una gran inversión en recursos y en personal para evitar tragedias. Tragedias con los ahogamientos, con los accidentes, con los excesos, incluyendo que algunos padres y madres permiten la ingesta de alcohol por parte de menores de edad. O le entregan los vehículos de motor a menores de edad, sin experiencia y sin autorización legal para manejar. Y la muerte llega a la familia, al barrio, a la comunidad, a la sociedad.

La cuenta macabra al finalizar los días de la semana mayor, con el domingo de resurrección, es precisamente la de contar los muertos y comparar con las semanas de años anteriores. Conscientes de ello, los adultos que salen en estos días de la ciudad y se van a las zonas turísticas, o las personas que se van de una provincia a otra, es actuar con moderación, con mayor cuidado que otros días.

En esto no se trata solamente de que una persona pueda tener precaución. Hay que tenerla por la seguridad propia y de la familia y para evitar los excesos de los demás, que se olvidan de la importancia de su propia vida, la ponen en riesgo, y dañan a terceros. Es uno de los riesgos mayores.

Usted, padre de familia responsable, se mueve con su esposa e hijos en una carretera, o regresa luego del asueto, y se encuentra con un borracho que conduce un vehículo en forma irresponsable. Su única protección y de su familia es evitar a estos señores, incluyendo vehículos públicos, voladoras, grandes autobuses y minibuses. No hay escapatoria, hay que evitarlos a toda costa, y el deber de las autoridades es quitar el volante a los conductores en exceso de velocidad, a los que tienen alcohol ingerido y/o cometen imprudencias en las vías públicas.

Como dice la promoción de una estación radiofónica que promueve una cadena de información en Semana Santa, tienes que hacer lo necesario, actuar correctamente, para que no te cuenten entre las víctimas de los excesos de la Semana Santa.

Es el peor de los ejemplos que se recibe como parte de la familia o que se puede brindar como cabeza de familia, cometer exceso, ir armado de la fiesta o a la playa y excederse con el alcohol, como si no se tratara de una semana que recuerda el sacrificio de Jesús, su vida pasión y muerte por una humanidad que no está dispuesta a seguir su ejemplo de solidaridad y amor por la justicia.

Promovamos ese ejemplo de Jesús, y seamos dignos hijos de su amor al prójimo. Que no te cuenten entre las víctimas o entre los victimarios de los excesos de la Semana Santa 2015.