En esto soy cortante. La reelección presidencial no va para ningún lado. ¿Por qué? El presidente Danilo Medina, dueño de una popularidad sin igual, no ha mostrado ningún interés en esto y, por tanto, no ha mandado ninguna señal en esa dirección. Con toda la razón del mundo, el periodista Delis Herasme dice que la reelección “hay que quererla y pagarla”. O sea, hacer la inversión económica (derroche de dinero) para embarcarse en una aventura que institucionalmente es un imposible.

Los promotores del susodicho “proyecto” son una especie de “vientos que no tumban cocos”. Es más bulla que otra cosa, para mantener el danilismo unido y luego negociar su integración a la campaña del expresidente Leonel Fernández a cambio de cargos, incluyendo la vicepresidencia de la República y candidaturas legislativas y municipales.

Tampoco se puede andar ofendiendo a los bullosos de la reelección y mucho menos al Presidente, quien, a su vez, cometería una novatada  política si desautoriza las  voces que crean expectativas sobre su posible repostulación.  Si anuncia a destiempo que no aspirará se queda sólo, se produce una estampida para donde el que tiene posibilidad de ganar las elecciones: Créanme, que hasta su esposa e hijas lo abandonan. Lo irrespetan y se incrementa la corrupción de los que saben que se van del cargo.

Marchena es honesto, prudente y leal a Medina: Renunció a su posición de portavoz del gobierno de Fernández para estar al lado de su amigo Danilo. Es admirable, ningún funcionario abandona un cargo por lealtad. ¿Quién más lo ha hecho?

Recuerden que vivimos en un país de oportunistas; el gobierno es la principal fuente de empleos y de enriquecimiento para funcionarios cercanos a los gobernantes. El dominicano siempre procura estar cerca del poder para recibir “sus beneficios”.

Y a los seguidores de Leonel, que se perfila como el seguro candidato presidencial peledeísta, no le luce detractar a los reeleccionistas, ya que en el 2011 hicieron lo mismo, pero con mayores movimientos logísticos y recursos económicos.

Eso era la acabose en los medios de comunicación: vallas gigantescas, anuncios y demás. Los llamados “ingenieros constitucionalistas” Freddy Pérez y Félix Bautista encabezaron un proceso de recolección de más de tres millones de firmas de personas pidiendo la reelección de Leonel. Pero todos los que tenían inteligencia política sabían que, pese al bullicio, el candidato iba a ser Medina; o de lo contario, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se iba a dividir.

Ahora el escenario es idéntico, pero los del bullicio son otros. Tienen más timidez económica, son tacaños: Emiten declaraciones, pero no ponen a circular los recursos en los medios de comunicación que conlleva una campaña de esa naturaleza. No invierten porque saben que esto no va a ningún lado.

En esto de pedir cuatro años más para el Presidente se mezclan mansos y cimarrones. Hay funcionarios, como el portavoz de la Presidencia de la República, Roberto Rodríguez Marchena, que lo hacen porque entienden que ha sido un buen gobierno y no es justo que su obra se interrumpa. Marchena es honesto, prudente y leal a Medina: Renunció a su posición de portavoz del gobierno de Fernández para estar al lado de su amigo Danilo. Es admirable, ningún funcionario abandona un cargo por lealtad. ¿Quién más lo ha hecho?

Otros, realmente, quieren la reelección en sus cargos, como los ministros de Obras Públicas, Gonzalo Castillo;  y el Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta. Ambos son más empresarios que políticos. Y en la Política hacen el rol de recaudadores.