¿Qué dice el diálogo interno de muchas mujeres? Pues poca cosa, casi nada, “es un merengue sin letra, no dice nada” y lo que muchas veces dice contradice lo que piensa y siente, pues desde muy temprano hemos sido educadas para no validarnos y no ponernos en contacto con nuestro propio malestar.

Esta cultura nos roba ese contacto íntimo con nosotras mismas, que desde el ejercicio de una ciudadanía subjetiva como un aprendizaje colectivo, nos hace buscar referentes externos que dicen lo que deberíamos pensar, sentir y actuar.

Es un elemento casi generalizado que encuentro en las mujeres que buscan ayuda en el consultorio. Responder a preguntas como ¿y tú qué quieres? ¿A ti cómo te parece? ¿Qué piensas tú acerca de eso? ¿Tú qué quieres hacer? suele ser muy difícil para muchas de ellas y la respuesta más común es “no sé”. Se convierte la visita donde la terapeuta en la búsqueda de la opinión externa para hacer “lo correcto”. Recuerdo una chica que reaccionó un poco molesta cuando me negué a darle la respuesta que ella tenía que dar  y me dijo ¿”Y usted entonces para qué está? yo vine justamente, para que me dijera qué hacer”.

Ivonne Guevara, teóloga feminista brasileña hizo un planteamiento muy interesante como base de la desigualdad  que la conciencia humana hace entre “el sexo que mata y el sexo que engendra”, según sus propias palabras. Ella le llama “el rostro oculto del mal” y desarrolla cuatro formas en que esta desigualdad se actúa en la cultura:

“El mal de no tener”, que se manifiesta en el desprecio que hace la sociedad cuando las mujeres no tienen las “buenas” cualidades para hacerse cargo de lo que se supone deben, que es el cuidado y la responsabilidad en relación con los niños y las niñas, los enfermos y ancianos.

“El mal de no poder”, expresado en la poca valoración del cuerpo de las mujeres,  de su palabra, así como en la falta de oportunidades democráticas.

“El mal de no saber” expresado en la pobre valoración de  la opinión de las mujeres,  de su conocimiento y de cómo sigue siendo castigada el ansia de saber en ellas.

“El mal de no valer”, este elemento es el que sostiene la violencia en contra de las mujeres, expresado en el permiso a matarlas que le da esta cultura a los hombres.

Cuando trabajo con las mujeres y le amplío su mirada con  este aprendizaje cultural recibido por todas en la sociedad, su idea acerca de ellas mismas comienza a cambiar porque ¿Quién quiere hablar con alguien que no tiene nada importante que decir? ¿Quién quiere escuchar a alguien que no dice nada importante? ¿Quién quiere decirle algo a alguien cuyo valor está cuestionado?

El caer en cuenta de que no sólo ella es responsable de lo que piensa y siente acerca de ella misma, le da un gran alivio y deja de castigarse por no ser capaz de tomar sus propias decisiones. Comienza entonces a entender su búsqueda ansiosa de opinión con todas las demás personas, “que sí saben qué hacer”, aún éste sea el agresor que maltrata y daña.

Las mujeres sufren mucho por ese no saber qué hacer con su vida, por perderse en sus propias emociones, por querer algo y no  tener el coraje de ir tras ello, por no tener fuerzas para poner límites y confiar en ellas mismas.

Lo triste es que luego de este legado social y cultural que reciben las mujeres, al final son también culpadas de la violencia ejercida en su contra, “por no tener una buena autoestima para dejar al agresor”.

Y estos argumentos no son dichos en privado ni por gente no autorizada, sino que se desarrollan campañas, terapeutas van a los medios de comunicación, coach y conferencistas motivacionales dan talleres  para ofrecerle a las mujeres  formulas y recetas para desarrollar la autoestima, sin siquiera nombrar cómo es construida esa idea que las mujeres tienen acerca de ellas mismas en la sociedad y la cultura.

Sin una conceptualización adecuada acerca de quiénes y de qué manera se ha construido desde la sociedad, la cultura y la familia,  la idea que las mujeres tienen acerca de si mismas, el cambio será más difícil y tomará más tiempo, mientras tanto seguirá pasando lo de siempre, continuarán siendo marcadas por la culpa, la impotencia y la vergüenza  por ser como son y el diálogo interno con ellas mismas, será muy difícil de establecer.

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@solangealvara2