Este año el Estado transferirá 2,945.5 millones a un IDSS que en seis años ha perdido  146,000 afiliados. Con sólo la mitad de esos recursos, un millón de dominicanos podrían ser afiliados: 650,000 trabajadores independientes y 350,000 pobres e indigentes

El Superintendente de Salud y Riesgos Laborales, Fernando Caamaño, advirtió que el Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) no puede seguir operando en la forma en que lo hace y requirió una decisión rápida del Gobierno para crear la Red Pública de Salud Única. Además, consideró injustificable que esa entidad pública reciba una doble cotización: la cápita, más un subsidio gubernamental. Hay que apoyar estos planteamientos ya que se ajustan a la Ley 87-01.

Días después tres centrales sindicales calificaron de mendaz esa declaración, y para demostrarlo señalaron que el IDSS ya fue transformado (así en negrita) después de la Ley 87-01. Para ello, citaron la creación de las Administradoras de Riesgos Laborales (ARL), de Estancias Infantiles (AEI) y de Riesgos de Salud (ARS), entre otras dependencias. Se trata de cambios administrativos indispensables para poder recibir los fondos especializados que establece la Ley de Seguridad Social. El Art. 164 plantea cambios de fondo.

Además, las Centrales señalaron que como fruto de esa “transformación”, el Instituto cuenta con una Prestadora de Servicios de Salud (PSS), “dando servicios con alto nivel de profesionalismo, avalados por 28 especialidades médicas, instituciones académicas al servicio de la salud de los trabajadores dominicanos como ocurre en los mejores países desarrollados”.

Hubiese sido mucho más útil y convincente que los dirigentes sindicales explicaran: 1) ¿por qué, si los servicios son tan buenos, 146,481 afiliados entre trabajadores y familiares, le han dado la espalda al IDSS reduciendo su afiliación de 246,486 en diciembre del 2007, a sólo 100,005 a mayo del presente año?; 2) ¿cómo explicar  que el gasto administrativo de su ARS llegue al 28%, siendo tres veces mayor que las demás ARS, violando todas las normas según SISALRIL; y 3) ¿por qué es necesario que el Estado le transfiera este año 2,949.5 millones de pesos al IDSS con sólo cien mil afiliados, mientras  el SENASA recibirá 6,840 millones para atender a 2,751,753 de pobres e indigentes?

El Presidente Medina puede marcar la diferencia

Como los números no mienten, obviamente algo anda mal. O los sindicalistas están tratando de justificar lo injustificable, faltando a la verdad; o los trabajadores dominicanos, además de pobres y mal pagados, son tan tontos y mal agradecidos que abandonan una institución tan eficiente que, en adición, no les cobra diferencias. O quizás el Boletín del CNSS ha alterado los datos que demuestran el descenso creciente de los afiliados al IDSS.

En el Mensaje 029 del 19 de marzo pasado, señalamos que por décadas el IDSS ha sido víctima de la politiquería y de las presiones de suplidores y gremialistas, otorgando irritantes privilegios. Estos grupos luchan por preservar el statu quo, bloqueando cualquier iniciativa de cambio real para continuar lucrándose a expensas de los trabajadores cotizantes, y del Estado.

¿Por qué continuar premiando la ineficiencia? ¿Por qué prolongar la exclusión de millones de  dominicanos que tienen igual derecho? ¿Será porque éstos infelices no tienen capacidad de presión? ¿Somos un Estado de derecho o un Estado de privilegios?

El presidente Medina todavía está a tiempo de marcar la diferencia, superando estas distorsiones. Tiene la oportunidad de unificar la red pública de salud y de dar un salto en la cobertura del SDSS. Con solo reducir en forma gradual el subsidio al IDSS, un millón de dominicanos podrían se afiliados: 650,000 trabajadores independientes y sus familiares al Régimen Contributivo Subsidiado, y a 350,000 personas al Régimen Subsidiado.

Las centrales sindicales le harían un mejor servicio a los trabajadores, al país, y a sí mismas, si apoyaran e impulsaran las verdaderas transformaciones que requiere la red pública de salud, para elevar la calidad y oportunidad de la atención médica, y mejorar la eficiencia, frenando la progresiva privatización de un servicio tan esencial. Sólo así podrán ganar credibilidad y fortalecer su liderazgo.