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:: El Hipólito Mejía que yo recuerdo, 1978-1982
El Hipólito Mejía que yo recuerdo, 1978-1982

Por: Ramón Arturo Guerrero - 27/07/2014

Muchas personas que conocen y han tratado a Hipólito Mejía en los últimos 43 años vennotables diferencias de personalidad o de conducta en el hoy expresidente de la República y prominente líder político. Hay quienes llegan al punto de dividir el antes y el después fijando un hito el 16 de agosto de 2000, fecha en que Mejía asumió la presidencia de la República. Comentan que el Mejía del 2000 para acá se parece poco al anterior. Los archivos de prensa y televisión parecen corroborar, aunque sea en algunos aspectos, tales aseveraciones.

Por mi parte,rememoro al Hipólito Mejía del cual estuve cerca, aunque sin ningún trato directo dado mi modesta posición en la jerarquía estatal, entre 1978 y 1982. Mucho después, entre 2000 y 2012, mientras trabajé en los medios impresos del Grupo Corripio, saludé a Mejía en esporádicas ocasiones, seguro de que él ni siquiera sabía con quién trataba. La última vez, recuerdo, fue una mañana durante una visita suya a El Nacional hace tres o cuatro años. Con motivo de su ascenso a la presidencia el diario Hoy publicó  un trabajo mío destacando a Mejía entre el escaso número de agrónomos que habían alcanzado la jefatura de Estado, en el mundo entero.

El 1º de octubre de 1978, por gestiones de mi padrino Rafael Martínez Richiez, a la sazón subsecretario Administrativo de Agricultura, Mejía me nombró encargado de la sección de Radio del departamento de Divulgación Técnica. Había entonces tal euforia y abundancia en el Gobierno que me preguntaron cuánto quería ganar. Yo, que venía de ganar $250 mensual en el sector privado, sueldo que en aquel momento superaba en más de cuatro veces el salario mínimo, respondí  tímidamente: $400; fue aceptado y al parecer se lo encontraron poco porque a los tres meses me subieron a $500, equivalente a 4.5 veces el mínimo cuando el presidente Guzmán incrementó los salarios por decreto en enero, llevando este último a $90 mensual. No sé por qué, a lo poco ganaba $700; lo que me dio brega fue llegar a $1,000.

El director del departamento era Fernando Mejía Domínguez, un joven educador egresado de la Madre y Maestra con muchas ideas originales y el objetivo de transformar el trabajo de los agrónomos en el campo.  A comienzos de 1979 me promovió a encargado de la división de Audiovisuales, en sustitución del veterano ingeniero Ricardo Joseph. En este cargo recorrí el país de un lado a otro como parte de los equipos de  diferentes disciplinas que apoyaban las actividades del secretario Mejía, de paso trabando amistad con algunos de sus colaboradores cercanos como Isidro Rodríguez, Chichí de Jesús y  Rafael Báez Pérez.

En muchas de estas actividades también se encontraba el presidente Antonio Guzmán, a quien le encantaba todo lo referente al sector agropecuario y se mostraba satisfecho con la gestión  desempeñada por Mejía, sobre todo durante los primeros dos años, antes de que las cosas se complicaran y se agriara un poco la luna de miel de Guzmán con el conjunto de la sociedad. En algunas actividades del llamado “sector público agropecuario”, que Mejía ostensiblemente encabezaba, el mandatario se pasaba bastante tiempo, demasiado tomando en cuenta sus compromisos como Presidente. Un día, por ejemplo, noté extrañado cómo el Presidente estuvo varias horas en una actividad regional que se realizaba en el hotel Montemar de Puerto Plata.

Hay tantas anécdotas sobre Hipólito Mejía que ya hasta se han publicado libros y estudios sobre su personalidad y su persona. Yo tengo dos o tres exclusivas. Por ejemplo, Mejía recibió la visita del ministro de Agricultura y Ganadería de Costa Rica Hernán Fonseca Zamora  (por cierto, igual que él 1978-82). Mientras ascendían lentamente (el costarricense cojeaba de una pierna) una estrecha escalera del edificio de oficinas gubernamentales El Huacal –yo iba inmediatamente detrás- escuché que Hipólito le explicaba al dignatario extranjero las razones por las que el edificio era conocido por la población como “El Huacal”. ¿Cándido, sincero, jocoso, simpático? No creo que ningún ministro de la actualidad le haría esa historia a una contraparte extranjera. Otro día, durante una actividad del Plan Sierra en San José de las Matas, coincidimos fugazmente en un estrecho pasillo. A un camarero que pasaba ofreciendo bocadillos en una bandeja el Secretario le dijo en un tono y volumen de voz completamente normales: “Pásame un Peña Gómez de esos”, refiriéndose al parecer a un kipe. Esto, en momentos que el “máximo líder” del PRD se hallaba en la cúspide de su poder y, de esta broma hacerse pública bien podría haberle costado el cargo o, por lo menos, originar un escándalo político. Pero nada, ¡Hipólito siendo Hipólito!. ¿Quién podía con él? El mismo que años después diría, generando asombro a escala nacional: “Que nadie me le ponga la mano a Leonel”, o algo parecido.

En diciembre de 1978 el director de Amigo del Hogar,  padre Juan Rodríguez (Juanito)  y yo conversamos sobre lo interesante que sería lograr una entrevista con el secretario Mejía, quien ya gozaba de amplia popularidad. En vista de que yo era subalterno de Mejía redacté las preguntas pero no hice la entrevista. Juanito se la pasó al periodista Juan Manuel García. De ahí al director de prensa de Agricultura, César Medina, solo había un paso.  La entrevista se hizo y, según las fotos que publicamos y por el texto, parece que Mejía respondió las preguntas él mismo. Yo elaboré las seis preguntas, pero se agregó una séptima pregunta, hecha tal vez por Juanito, Juan Manuel o quizá sugerida por César Medina.La entrevista completa, que ocupó tres páginas de la edición de enero de 1979, salió con el título “No soy soñador…”

Las preguntas fueron estas: 1. ¿Qué diferencias básicas hay en cuanto a estilo de trabajo entre ésta y la pasada administración de Agricultura?2. Como usted sabe, el 55 por ciento de las tierras cultivables del paísestán ocupadas por pastos para el ganado. ¿Piensa usted que podría aumentarse la producción de alimentos sin afectar las tierras ganaderas?3. Durante la pasada administración la mayor parte del presupuesto de la Secretaría de Agricultura no era efectivamente utilizado por ésta. ¿Recibirá para el año 79 la Cartera un verdadero aumento de presupuesto?4. ¿Es cierto que la Secretaría de Agricultura está apoyando a las organizaciones campesinas? ¿Cómo se expresa ese apoyo? 5.  ¿Se ocupará la Secretaría de que los campesinos de escasos recursos puedan reiniciar la crianza de cerdos una vez erradicada la peste africana?6. ¿Están recibiendo los campesinos el beneficio del crédito supervisado y la asistencia técnica? ¿Podría usted expresarlo con números?7. ¿Cómo usted concibe la integración del sector agropecuario?

Hipólito Mejía, un hombre sin sospecha de ser de izquierda, se mostraba  sin embargo increíblemente tolerante hacia las ideas y afiliaciones ajenas.  Acogió, o toleró si ya estaban, a decenas de revolucionarios, en un ambiente nacional que era hostil a tales actitudes.

Entre quienes yo conocía puedo citar a Rafael Tomás Carvajal, Silvestre de León, Lázaro Guzmán,Adriano Sánchez Roa, Bayoan Santiago Hirujo Sosa, Radhamés Abreu Abreu, Tito Hernández, Luis Ulloa Morel, Ramón Almánzar. Además, era conocida su amistad con revolucionarios, muchos de los cuales lo visitaban en su despacho.Nombró en altos cargos a técnicos con antecedentes de izquierda, como Fernando Durán y Manuel Augusto Vargas Payano, quienes fueron los directores regionales que causaron más impacto, el primero en San Juan de la Maguana y el segundo en Barahona.

Atento a las sugerencias  innovadoras, Mejía auspició la actividad socio-cultural  “Tierra y Alma”, encaminada a revalorizar y rescatar aspectos de la cultura rural. Esta consistió en espectáculos de música, poesía y teatro regionales que concluyeron en un gran evento nacional en la Capital transmitido por televisión nacional. Manuel Rueda y Casandra Damirón, con quienes trabajé de cerca, recorrí las siete regiones en el montaje de los eventos. Ritmos y géneros olvidados, como el carabiné y la décima repentista, fueron devueltos al escenario nacional.

Expo Fruta fue un evento de Agricultura, escenificado en el Malecón de la Capital,  que atrajo a decenas de miles de visitantes. Organizado por Rafael Marte y Rafael Torres Veras (Cacheo) mostró al público  la fantástica diversidad de frutas del país, muchas desconocidas por las nuevas generaciones en los ambientes urbanos y otras  olvidadas por las viejas generaciones. Constituyó  un impulso a la fruticultura, el mercado y consumo de frutas,  que se ha proyectado hasta la actualidad, 34 años después.

Me contaron, algo que nunca he podido corroborar, que un artículo que publiqué pocos meses después del ciclón David titulado “La cosecha de hortalizas una abundancia que trae miseria” provocó que un funcionario le sugiriera a Mejía que me destituyera, a lo cual él le contestó que no iba a cancelar a nadie por lo que escribiera.

Quizá el Hipólito Mejía de hoy no sea más que un desarrollo del Hipólito Mejía de ayer. Como sea,  en ambas etapas de su vida, el hombre ha sido bastante  popular.



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