El documento firmado por el Pacto Educativo determinó en su sección cuarta, titulada, Sobre la calidad y pertinencia de los aprendizajes en todos los niveles del saber, en su acápite 4.1.6, “Promover un debate nacional sobre la enseñanza laica y/o tratamiento de la religión en la educación, como un compromiso del Estado”. El que el Estado Dominicano se comprometa a este tipo de debate constituye un paso de avance, que los grupos y personas que advocamos por la enseñanza laica celebramos, siempre y cuando, los organizadores no nos excluyan y garanticen igualdad de condiciones para las dos posiciones, en contra o a favor de la enseñanza laica.

El tratamiento de la enseñanza de la religión es parte esencial del debate. No nos oponemos a la enseñanza de la religión como un factor cultural y político en la historia de los pueblos, particularmente el nuestro desde el 1492.  Al contrario, su tratamiento como objeto científico de estudio tiene larga tradición en las ciencias sociales desde que Émile Durkheim (1857-1917) la estudiara como un hecho social al interior de la sociedad.  Dejemos que las ideas de Max Weber, sobre la ética de responsabilidad, y la moral social de Eugenio María de Hostos, sean escuchadas por nuestros niños. Para Weber, la vocación política demanda una calmada atención a los hechos de la situación y a las consecuencias de las acciones—en vez de referirlos a principios abstractos.

El estudio científico de la religión es precisamente el que no tiene lugar ni en colegios privados confesionales, ni en las escuelas públicas dominicanas.  Las enseñanzas de dogmas religiosos como verdad absoluta no admite cuestionamientos; fomenta la obediencia a la autoridad y el temor de Dios; dificulta la autonomía crítica del individuo que la empodera para vivir en la sociedad moderna; y crea fanatismo y una actitud intolerante ante otras religiones, especialmente hacia personas agnósticas y no-teístas.  Pero además, la enseñanza del catolicismo en las escuelas aplica el principio de que la ignorancia es mejor que el conocimiento al impedir la educación sexual y científica por grupos de edad; lo que reduciría la morbilidad por contagio de enfermedades de transmisión sexual, la homofobia, los incestos y violaciones sexuales, y la pesadilla de adolescentes embarazadas que les trunca sus vidas y sus sueños.

En mi artículo del 18 de febrero, Disonancia cognitiva del currículo escolar 2013, presenté el problema de las incoherencias entre la enseñanza de los valores que permean la Constitución Dominicana, y la enseñanza de dogmas y preceptos católicos.  Las contradicciones entre la ética secular y la religiosa son obvias.  La ética secular no se fundamenta en ofensas a una divinidad sino en deberes y derechos humanos y mide las consecuencias de las acciones dañinas que causan.  En cambio la ética religiosa se fundamenta en la Autoridad para representar divinidades ofendidas cuando no se honran adecuadamente o se desobedecen sus mandamientos; los cuales difieren según la denominación que los emite.

Además argumenté sobre las consecuencias discriminatorias del catolicismo en las escuelas: La ‘espiritualidad’ es un requisito explícito en el perfil del docente de primaria en el documento del Diseño Curricular, la cual se refiere a la de un católico práctico. El uso del término “espiritual” es una forma de esconder la segregación en la selección de un empleado público. En caso que la escuela o la Iglesia sea demandada, pueden argumentar negando la discriminación, y cambiando el significado del vocablo “maestro espiritual”, para así ocultar la discriminación contraria a los derechos ciudadanos constitucionalmente establecidos.

Por eso nos alegramos que los documentos de Consulta y Mesas de Discusión, se puedan caracterizar como laicistas en sus propuestas y planteamientos, no como religiosos. Un análisis de contenido fácilmente corrobora esta afirmación.  El lenguaje espiritual y religioso que prevalece en la Ley Orgánica de Educación y en los Fundamentos del Currículo no caracteriza a los documentos de discusión y consulta del Pacto. Como muestra, veamos el ítem 4.1.7 sobre la pertinencia de la educación como contribución al desarrollo del país:

“Desarrollar en los estudiantes de los diferentes niveles, modalidades, subsistemas y subsectores, las competencias para el dominio de la lengua y otras habilidades comunicativas; el pensamiento lógico-matemático, crítico y creativo; la capacidad para resolver problemas y tomar decisiones; la actitud investigativa, el trabajo colaborativo, la valoración de los aportes de la ciencia y el cuidado del medio ambiente; así como una consciencia ética ciudadana y una actitud para aprender durante toda la vida”.

De igual manera, la Consulta Formulario Ampliado de la mesa 8: Modernización y re-estructuración del sistema de educación pública, específicamente plantea:

“Modificar la normativa educativa para adecuarla a la nueva Constitución de 2010”.

“Hay que revisar la ley del MINERD, del MESCYT y del INFOTEP para adecuarlas a los nuevos tiempos”.

“El MINERD debe contar con una estructura descentralizada vía reforma a la Ley 66-97 para que la misma esté en consonancia con la END, la Constitución de 2010 y otras leyes vigentes; por igual, la Ley Orgánica de Educación debe ser actualizada mediante un proceso participativo. Establecer las corresponsabilidades de todos los actores sociales, y garantizar la participación amplia de la diversidad de actores de la sociedad dominicana”.

Otra razón por la que urge sacar la enseñanza de dogmas de las escuelas es la resolución no. 4.2.4 del Pacto Educativo de  “Incorporar al currículo educativo, desde la primera infancia y con las estrategias pedagógicas adecuadas para cada nivel, la educación sexual - reproductiva, el conocimiento y prevención de las infecciones de transmisión sexual y el VIH, así como la formación en valores de respeto, igualdad y equidad de género, convivencia familiar, y maternidad y paternidad responsables”.

El diputado Pelegrín Castillo (PLD-FNP) se preparó para el ataque: anunció someter al Congreso Nacional un proyecto de ley denominado Ley de Educación Sexual Basada en Valores y Responsabilidades para que las escuelas entreguen a las familias el programa de enseñanza de educación sexual, y los padres lo aprueben o rechacen antes. El diputado sabe que tendrá el apoyo absoluto del Episcopado Dominicano y sus políticos incondicionales. Llamemos a esta ley por lo que es, una Ley de Educación Sexual Basada en Antivalores, Ignorancia e Irresponsabilidades.

La Consulta del Pacto Educativo a niños, niñas y adolescentes, divididos en tres grupos de edad, arroja luz sobre la confusión que genera la enseñanza de los dogmas y preceptos católicos en las escuelas.  En sus conclusiones, el documento indica que “un elemento discordante, lo constituye la silente discusión sobre quien tiene la responsabilidad de modelar y trabajar los valores. Los padres y madres entienden que el proceso de interiorización de los valores y el ejercicio de los derechos, debe ser competencia de la escuela, y que el rol de la familia es brindar apoyo. Inverso a la visión de los y las docentes, quienes comprenden que ambos temas son responsabilidad de las familias, con el respaldo de los centros educativos. De ahí, que se comprenda el vacío existente”. (Mi subrayado).

Las Conclusiones identifican además, “la influencia religiosa en el ejercicio de los valores, cómo desde la escuela se fomentan consecuencias de índole religioso, el llamado “Temor a Dios”, es utilizado como un detonante o motivador, tanto para el “buen comportamiento”, practica de los valores, docilidad y la aceptación del mandato del o la docente, sin “cuestionamiento”, así como para justificar el abuso, expresado en maltrato físico, intelectual, emocional y psicológico”.

En fin, apoyemos el Pacto Educativo y el Debate Nacional sobre la Educación Laica.  Participemos para modificar la Ley Orgánica de Educación y los Fundamentos del Currículo, principales obstáculos para lograr la enseñanza laica y el estudio científico de la religión. Dejemos a las Iglesias la tarea de adoctrinar.   El Estado debe atender a sus muchas funciones, y entre ellas no está la de enseñar catecismos ni criminalizar pecados convirtiéndolos en delitos penados por la Ley.